Agresión homofóbica en Vilanova

«Cuando ganemos, tú y los que son como tú ya os podéis preparar»



Según relata Xavi Pardo, periodista y crítico de teatro, en su perfil de Twitter,

«A menudo hablamos del auge de la extrema derecha en abstracto, pero las consecuencias son tangibles. Este fin de semana he vivido un ejemplo clarísimo en primera persona.

Mi novio y yo nos estábamos en el camping Vilanova Park durante el festival Vida, y decidimos ir a la piscina. Dejamos las toallas debajo de un árbol, buscando la sombra, y nos vamos a bañar.
Cuando volvímos (no habían pasado ni cinco minutos) nos encontramos nuestras toallas unos metros más allá, a pleno Sol, y bajo el árbol toda una familia tumbada en hamacas.

Les pido por qué nos han movido las cosas y me dicen que ellos no han movido nada, que es el sol que se ha movido y la sombra ha cambiado de sitio.

Les digo que quizás el Sol sí se ha movido, pero el árbol no, que es donde habíamos dejado las cosas. Y empiezan a increparnos, que dejamos de llorar y los dejamos en paz. Viendo que razonar no sirve de nada, decidimos coger las toallas e ir a otro lado ya que sería demasiado incómodo quedarnos allá junto a esa gente. Mi novio, que no tiene tanta sangre fría, les pone en marcha un “fuck you” mientras recoge las cosas. Vale, quizás no fue la mejor jugada, pero le salió así.

Cuando lo oye, el hombre se levanta hecho una fiera, corre hacia él, se le abalanza y con el puño a dos centímetros de la nariz le pregunta: “¿Qué has dicho? Repítelo si tienes collones”. Yo les separo, trato de poner paz, pero entonces viene la mujer y me dice que deberíamos tener más respeto y educación.

Le hago notar que tomar el sitio a alguien y moverle las cosas no es precisamente una gran muestra de respeto ni de buena educación. Me contestan que nos han movido las cosas (ahora sí, lo admiten) porque les ha dado la gana.

Y lo rematan con un “guiri de mierda” dirigido a mi novio, que es escocés. De nuevo, les señalo que insultar tampoco es demasiado respetuoso. Lo hago manteniendo la calma y sin levantar la voz, no como ellos, que aún gritan más cuando le dicen a mi novio que lo que debería hacer es volver a su país y, por si no le había quedado clara la idea, repiten: "guiri de mierda".

Aquí es cuando les recrimino su actitud racista y les informo que mi novio de guiri no tiene nada, que vive aquí, trabaja aquí y paga impuestos aquí.

“Ah sí? ¿Dónde vive?” En Sabadell. "Pues esto no es Sabadell, esto es Vilanova" (sic). Deduzco que considerarán guiri a todo el mundo que no es de Vilanova, pero dudo que utilizar la lógica sirva de nada, así que cojo a mi novio por el brazo y nos vamos.

Él, que no se veía de la rabia y la frustración, mientras marchamos les pone en marcha que son el prototipo de votante de VOX. Y cuando sienten esto se les ilumina la cara. Sonríen y nos dicen que sí, que a mucha honra y la mujer añade "Y cuando ganemos, tú y los que son como tú ya os podéis preparar".

Esto lo decía señalándome a mí, que iba con un bañador tipo speedo de colorines y una toalla con los colores del arco iris. Le pregunto qué significa, qué representa que soy, yo.
Me mira con asco, da un gesto con la mano aflojando la muñeca y me dice: "Ya lo sabes, no me tiras de la lengua". Le digo que no tengo ni idea, que no sé a qué se refiere. Y vuelve: “Lo sabes perfectamente y os quedan cuatro días”.

Decido terminarlo aquí y joder el campo, así que giro cola y el hombre lo remata, refiriéndose a mi novio: “Sí, llévatelo porque si no lo puedo a dormir”. Y esto fue todo




«Bien, todo no, porque nos jodieron el día arriba y nos quedamos con una sensación increíblemente desagradable en el pecho que 24 horas más tarde aún no se ha ido.
Los resultados de VOX no son un número: detrás hay personas de carne y hueso, con nombres y apellidos, gente que ahora se siente amparada y protegida por actuar con impunidad, gente que siente que ya ni hay motivo para reprimir a los suyos comportamientos racistas y homófobos.

Hay que decir también que en la piscina no estábamos solos: muchísima gente presenció la escena y nadie abrió la boca ni movió un dedo. Detener el fascismo es cosa de todos. Se empieza persiguiendo lo diferente, atacando a colectivos vulnerables, y sabemos cómo acaba.

"Os quedan cuatro días", me dijeron. Levámonos y hagamos que sean ellos, los fascistas, los que tengan los días contados


Estamos a la espera de la condena de esta agresión homofóbica por parte del ayuntamiento y del Camping Vilanova Park


No hay comentarios: